¿Por qué el Ángel se convierte en Demonio en nuestros políticos de los países tercermundistas?

Por Rafael Santos
 Durante las últimas reflexiones que desde el punto de vista de la politología hemos estado analizando sobre las palabras ANGEL Y DEMONIO de la clase política de los países llamado del tercer mundo, hemos hecho la precisión, de manera aclaratoria, que el uso de estas dos acepciones sobre las cuales descansa el título del presente texto, se hace de forma empírica, es decir, sin la rigurosidad del análisis científico que amerita la misma.
 Destacamos, que de manera científica el uso de ambas terminología como fundamento de desarrollo cívico moral de los involucrados no han sido comprobados y peor aún, no existen estudios al respecto que avalen dicha actitud o comportamiento, de ahí nuestra aclaración en cuanto a lo empírico se refiere.
 Ahora bien y atendiendo a lo que dice el texto bíblico de Hebreo 11: 1 “Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (versión Reyna Valera 1960), quienes tenemos nuestras creencias fundamentadas en el evangelio de Cristo, convencidos de una vida después de esta vida, también sostenemos que dentro del ser humano pueden habitar una de estas dos especies.
 Es preciso decir, que, en los últimos tiempos tal vez años, en los diversos círculos sociales, se han comenzado a emplear estos términos, acuñándolo y tomándolo como parámetro para medir el grado de racionalidad e irracionalidad de muchos de nuestros políticos contemporáneos, a los que de una manera o de otra se les han endilgados estos conceptos, esto así de acuerdo a su accionar.
 Al analizar las palabras ANGEL Y DEMONIO, vivos ejemplos, desde el punto de vista religioso del bien y del mal, observamos que estos términos se ajustan a la perfección al modo de comportarse de una inmensa mayoría dentro del comportamiento humano, y la clase política en sentido general manifiestan de una manera o de otra poseer rasgos de una de estas dos divinidades.
 Es loable apuntar que, es muy común observar el proceso de transición donde ese Ángel pasa a ser demonio, razón por la cual se cometen todo tipo de actos inmorales, antiéticos con el fin de lograr alcanzar la meta deseada, que bien podría ser la toma del poder.
 En nuestros países del tercer mundo, atendiendo a la escasa formación y/o educación política, esta transición de roles entre ángeles y demonios se ha convertido en una praxis tan cotidiana que hasta raya en la normalidad sin que provoque la más mínima indignación de los llamados a desempeñar el rol protagónico dentro de la sociedad
 Darse uno cuenta del paso de Angel a Demonio es sumamente fácil, y este lo podemos observar cuándo la persona, luego de obtener lo que desea, en su mayoría el poder, inmediatamente como que pierde el rumbo del sentido de la humildad y servicio, al tiempo que se convierte en un esclavo de sus propias concupiscencias y pasiones desbordadas
 Preciso señalar como hemos manifestado al principio de este artículo, que más del 80 por ciento de las presentes reflexiones compiladas en este texto, bajo el título Reflexiones y Pensamientos Políticos del Tercer Mundo, son una empírica meditación sobre el modo de comportarse de una inmensa mayoría, de aquellos que creyéndose ser o algunos ya siendo políticos, toman caminos equivocados para seguir vanas pasiones que poco a poco los aleja del mundo de los mortales para convertirlos en seres autómatas de deseos, ambiciones, y sobre todo, falta de conciencia que de forma paulatina e imperceptible por su entorno inmediato pierden la esencia misma de la palabra política y la altruista finalidad que conlleva el dedicarse a esta noble actividad, pues al desviarse de los objetivos reales de esta ciencia, se les obnubila su razón.
 ¿Por qué muchos de los que poseen esta condición de humildad y de servicio a través del campo de la política, de pronto como que los pierden y se sumergen dentro de un rudo sistema que luego de ser admirado, querido y en algunas ocasiones hasta “endiosados” por un grueso público terminan siendo todo lo contrario?
 La respuesta a esta cuestionante, aunque parece sencilla, envuelve una serie de patrones culturales, estructurados en un entramado sistema de conducta social que obedece entre otras cosas, a la ambición desmedida e inescrupulosa del ser humano como especie.
 Llegar a ser el político moderno con elevada conciencia social de lo este debe ser y representar acorde a los parámetros que demanda esta ciencias, amerita una profunda profilaxis social que incluya en ésta, la preparación perenne dentro del citado campo, pues a fin de cuenta y preocupado por el alto grado de analfabetismo político-emocional que observamos, es que como politólogo abogamos para que esos que pretenden “meterse a político”, lo hagan con la debida conciencia, de que esta es una noble ciencia que más que todo busca llevar solución a los múltiples problemas de nuestras sociedades, y no a buscar el acostumbrado botín como el que venimos observando en cada denuncia que sobre corrupción hacen los diversos grupos de nuestros países y comunidades tercermundista.